ViaNorocOarte
16.06.2017
Arleq tomaba su suéter multicolor y brillante con hermosos destellos al igual que los de un arcoíris mientras prendía su computadora. Aquel día era uno como ninguno, el cielo era nublado, con una pequeña brisa y un precioso aroma, como el de un Jacinto. La computadora había sido iniciada y estaba cargando todos los programas, pero Arleq aún tenía...